Un estudio reciente, que se dará a conocer en España en las próximas semanas, arroja luz sobre una paradoja recurrente: quienes declaran no consumir alcohol presentan tasas de mortalidad más altas que aquellos que lo hacen moderadamente. No obstante, el motivo no radica precisamente en la ausencia de alcohol.
Más allá de una curva en «J»

En investigaciones previas, al representar el consumo de alcohol contra la mortalidad, los resultados mostraban una forma parecida a una «J». Sin embargo, Iñaki Galán, líder del estudio y epidemiólogo del Instituto de Salud Carlos III, afirma que este grupo de abstemios no es el más indicado para estas comparativas.
Muchos de quienes afirman no consumir alcohol solían hacerlo excesivamente hasta desarrollar dependencia. Al superar esta adicción, decidieron abstenerse por completo.
Asimismo, un segmento de esta población tiene otras afecciones de salud que les impiden el consumo. Según la Encuesta sobre Alcohol y Otras Drogas en España, entre este grupo se encuentran mayores tasas de enfermedades crónicas, sedentarismo y un predominio de mujeres no fumadoras.
Para Galán, comparar la mortalidad relacionada con el alcohol resulta más fiable si se toma como referencia a aquellos que lo consumen ocasionalmente, quizás unas veces al año y en cantidades mínimas.
Estos resultados, específicos de España, coinciden con un estudio internacional publicado en JAMA, el cual establece que el aumento de la mortalidad se manifiesta al incrementar el consumo de alcohol.
A pesar de que ciertas cantidades no parecen ser perjudiciales, el consumo constante, incluso en dosis reducidas, puede acarrear problemas de salud graves. Los especialistas advierten sobre afecciones como el hígado graso, además del riesgo incrementado de cáncer y adicción.
Presiones sociales y estigma
No consumir alcohol en una sociedad donde está tan presente puede generar desafíos. Los abstemios suelen sentir la presión social y la incomprensión de aquellos que no entienden su elección.
El alcohol ha estado ligado a la cultura juvenil durante mucho tiempo, pero su consumo muestra una tendencia a la baja desde hace tres décadas. Es probable que, con más abstemios saludables en futuras generaciones, la paradoja en la mortalidad también desaparezca.